Siempre he pensado que querer es algo innato, que todas las personas por naturaleza sabemos querer, tenemos la capacidad y podemos querer. Aún recuerdo la primera vez que quise, bueno si me pongo a recordar todas las primeras veces que creí que quise, tal vez encuentre la causa de mi incapacidad de saber hacerlo ahora.
Qué jodida la vida, con lo bonito que es querer idílicamente, con los intensos que son esos amores que te imaginas, con los que fantaseas, esos, que si te concentras mucho casi te duele el pecho al sentirlos.
¿Por qué el amor tiene que ser real? ¿No sería más fácil que todos nuestros enamoramientos fueran utópicos? Nosotros decidimos cuando empiezan y cuando acaban, nos inventamos los dramas, las desilusiones, las sorpresas… Podríamos decidir cuándo estamos pasando una mala racha y si esa mala racha tiene solución o no. Ser capaces de poder escribir nuestra propia historia de amor, vivirla y acabarla.
Dependiendo de nuestro estado de ánimo, nos inventaríamos unas crisis con mayor o menor intensidad. ¿Recuerdas esos amores platónicos a los que les cantabas tus canciones de amor favoritas y con quienes llorabas con los temas más crudos del desamor? Ahí la otra persona no interviene, todo depende única y exclusivamente de tu estado anímico. Estarás pensando que soy un loco, pero de loco nada.
Nos enseñaron a enamorarnos utópicamente, a vivir el amor y el enamoramiento como algo mágico, a que la vida, el día a día, tendría que ser un camino de vino y rosas. No nos hablaron de que una pareja también supone renunciar, dedicación aún cuando no quieres, a que si amas, la convivencia es el modelo superior de pareja. No vale ser disfuncional en esto, si no vales para convivir no vales para amar.
¿Tú crees que sabes querer? ¿Cómo sabes que estás queriendo bien? Yo sé qué quiero hoy, quiero estar contigo hoy, comer contigo, comerte a ti cada vez que me entre hambre. Pero, ¿cómo sé si te estoy queriendo bien al querer dejarte tu espacio, al no querer renunciar al mío?
Yo creo que no, yo creo que el amor está en las cosas pequeñas de nuestro día a día, en esa sonrisa a primera hora de la mañana, en ese beso de buenas noches y en ese "cariño, qué bien que has llegado, te preparé la cena".
Pero también está en cuidar a tu pareja desde la distancia, desde la libertad, desde la confianza de que entre los millones de personas que hay en el mundo, cada día te sigue eligiendo a ti.
En dejarla crecer, en dejarla experimentar, sentir y vivir sin ti, y que vuelva con todo ese aprendizaje, tanto de los aciertos como de los errores y te llene.
Yo no quiero una persona que poco a poco se asfixie, que poco a poco me asfixie de robarme (-nos) el aire, el sustrato de experiencias que nos alimenta como seres independientes.
Si hago un repaso a #loshombresquemeamaron, descubro que el saber querer no es algo universal. Cada uno quiere como puede, como su autoestima, la seguridad en sí mismo, las heridas del pasado y su momento vital le permite.
No hay una forma de querer, eso lo tengo claro, al igual que tengo claro que las estructuras del amor de parejas que se entregan arras, no funcionan en el mundo de Bitcoin.
Qué jodida la vida, con lo bonito que es querer idílicamente, con los intensos que son esos amores que te imaginas, con los que fantaseas, esos, que si te concentras mucho casi te duele el pecho al sentirlos.
¿Por qué el amor tiene que ser real? ¿No sería más fácil que todos nuestros enamoramientos fueran utópicos? Nosotros decidimos cuando empiezan y cuando acaban, nos inventamos los dramas, las desilusiones, las sorpresas… Podríamos decidir cuándo estamos pasando una mala racha y si esa mala racha tiene solución o no. Ser capaces de poder escribir nuestra propia historia de amor, vivirla y acabarla.
Dependiendo de nuestro estado de ánimo, nos inventaríamos unas crisis con mayor o menor intensidad. ¿Recuerdas esos amores platónicos a los que les cantabas tus canciones de amor favoritas y con quienes llorabas con los temas más crudos del desamor? Ahí la otra persona no interviene, todo depende única y exclusivamente de tu estado anímico. Estarás pensando que soy un loco, pero de loco nada.
Nos enseñaron a enamorarnos utópicamente, a vivir el amor y el enamoramiento como algo mágico, a que la vida, el día a día, tendría que ser un camino de vino y rosas. No nos hablaron de que una pareja también supone renunciar, dedicación aún cuando no quieres, a que si amas, la convivencia es el modelo superior de pareja. No vale ser disfuncional en esto, si no vales para convivir no vales para amar.
¿Tú crees que sabes querer? ¿Cómo sabes que estás queriendo bien? Yo sé qué quiero hoy, quiero estar contigo hoy, comer contigo, comerte a ti cada vez que me entre hambre. Pero, ¿cómo sé si te estoy queriendo bien al querer dejarte tu espacio, al no querer renunciar al mío?
¿Te quiero mal por querer echarte de menos?
Yo creo que no, yo creo que el amor está en las cosas pequeñas de nuestro día a día, en esa sonrisa a primera hora de la mañana, en ese beso de buenas noches y en ese "cariño, qué bien que has llegado, te preparé la cena".
Pero también está en cuidar a tu pareja desde la distancia, desde la libertad, desde la confianza de que entre los millones de personas que hay en el mundo, cada día te sigue eligiendo a ti.
En dejarla crecer, en dejarla experimentar, sentir y vivir sin ti, y que vuelva con todo ese aprendizaje, tanto de los aciertos como de los errores y te llene.
Yo no quiero una persona que poco a poco se asfixie, que poco a poco me asfixie de robarme (-nos) el aire, el sustrato de experiencias que nos alimenta como seres independientes.
Si hago un repaso a #loshombresquemeamaron, descubro que el saber querer no es algo universal. Cada uno quiere como puede, como su autoestima, la seguridad en sí mismo, las heridas del pasado y su momento vital le permite.
No hay una forma de querer, eso lo tengo claro, al igual que tengo claro que las estructuras del amor de parejas que se entregan arras, no funcionan en el mundo de Bitcoin.
Gracias por esta entrada tan bonita
ResponderEliminarMuchas gracias 🤗
EliminarHe encontrado tu blog por casualidad. Qué bonito escribes y qué razón llevas...
ResponderEliminar¡Sigue publicando!