Hoy pienso en cuantas veces nos decimos y decimos a los demás : "no pierdas la oportunidad".
Bajo esta inocente y motivadora frase se esconden muchos tintes de la psicología (nótese la ironía) actual de "empowerment" y también pensamientos muy poco realistas y consecuentes con la situación actual como son "hazlo, no te quedes con las ganas", "la vida pasa y tienes que disfrutar"...y otros muchos empujones a disfrutar del momento sin pensar las consecuencias, ¡y así nos va!.
Si algo me está quedando claro hoy día, es que no estamos dispuestos a esperar por nada y por nadie. Yo siempre he pensado que soy bastante impaciente, mucho más impaciente que el mundo que me rodeaba, pero no sé si será la edad que me está templando o que el mundo se está volviendo loco, veo que me estoy quedando atrás.
Ya no se valora ni se disfruta de una conversación con una copa de vino en la mesa, donde la seducción y la atracción traspase la distancia entre las dos personas, el quedarte con las ganas de más, de seguir jugando con esa energía tan especial que está surgiendo entre las dos personas. Tenemos tantas opciones en el mercado, y sobre todo, tantas opciones de "usar y tirar" tan atractivas y baratas, que nos cuesta pensar que tengamos que dedicar más atención o centrarnos en una única opción sin garantías.
Esto me entristece, porque a veces, también me identifico metido en esa espiral, y no me gusta, no me gusta tratar a las personas como unas más, a las que se pueda sustituir por cualquiera, sin más, porque no es así.
Hay muchas veces que pienso en la frase "hazte de merecer", esta frase tan desafortunada que se decía antiguamente a las mujeres para protegerlas y evitar que pudieran ser "deshonradas". Alejándonos mucho de los motivos por los que se usaba antiguamente, sí que considero que deberíamos de pararnos a pensar en con quién nos estamos compartiendo, a quién le dedicamos nuestro tiempo, nuestra energía, nuestra vida (aunque sean 50minutos) y si esa inversión merece la pena para el resultado y las consecuencias que puedan venir después.
No, no lo pensamos...sólo nos dejamos llevar por el momento y las oportunidades, y mañana será otro día, con otros momentos y otras oportunidades, qué más da perdernos una o para qué centrarnos en una sola, si hay miles disponibles.
Y la perversión de este razonamiento está en su origen, si dedico poco tiempo a conocer y valorar a las personas quedándome en la superficialidad que me dan "los momentos" y realmente no tengo la oportunidad de profundizar, no podremos llegar a apreciar el verdadero valor de las mismas. Si no apreciamos su valor, tampoco nos parecerán tan interesantes como para pararnos en ellas y dejar de probar más opciones...y así se construyen unas relaciones afectivas superficiales pero que van dejando poso de soledad. Voilá! apareció la piedra angular, ¿será que a causa de ella y para evitar sentirla, nos relacionamos de esta manera, evitándola intermitentemente y así la sobrellevamos mejor?
Hay una frase al respecto que ilustra de lo que hablo a la perfección, dice así: "El problema de que nuestra generación no quiera relaciones es que, al final del día, sí que las queremos"
Me gustaría acabar con una declaración de intenciones en pró de los buenos tratos para animarnos a frenar, a conocernos mejor, a escucharnos, a seducirnos, a mirarnos...y a sernos sinceros, a respetarnos y respetar los tiempos del otro, vivir con menos espectativas y más dejando fluir.
Los que me conocéis sabéis que eso de dejarme llevar no es lo mío, pero nunca es tarde para seguir mejorando, creciendo y siendo coherentes con nuestra forma de ser y estar en el mundo.
Un abrazo
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Ahora te toca reflexionar a ti, ¿me lo cuentas?