Ir al contenido principal

Echo de menos los domingos...

Echo de menos pensar en tí. 

Echo de menos los domingos juntos y aburridos en el sofa. Cuando nos despertábamos abrazados y en ese momento nada importaba más que eso, nosotros. 

Echo de menos esperar tu llamada, tu mensaje cariñoso o tu abrazo con todas tus fuerzas cuando entraba a tu casa llena de olores dulces.

Echo de menos los paseos sin rumbo que tan nervioso me ponían, el sushi y los helados a media tarde, o noche, sin remordimientos.

Echo de menos tu alegría superficial y el sueño que me robaban tus preocupaciones. También echo de menos oirte tocar el piano por teléfono, esos momentos tan íntimos donde cada nota la interpretaba como un poema de amor y mi corazón latía fuerte. 

A veces también me acuerdo de nuestras discusiones, cuando me sacabas de mis casillas con planteamientos que no entraban en mi cabeza y que mi cuadriculatura mental no me dejaba asimilar. 

Echo de menos organizar un viaje, organizarnos, organizarte...se me da bien organizar, siempre me ha gustado hacerlo, sobre todo, porque tú nunca ponías pegas. 

Te echo de menos, pero creo que tú a mí no. Te fuiste, te eché, qué mas da...

Pero, ¿sabes qué?, no te echo de menos a ti, me echo de menos a mí. 

Me echo de menos experimentando todo eso despreocupadamente, como el que aunque sabe que está mal fumar, lo hace pero sabe que tiene que dejarlo en algún momento.

La soledad nos hace volvernos muy egoistas, pero cuánto de necesaria es para devolverte a tu sitio, a ser tú mismo, ¿quién no quiere poder preocuparse sólo de sí mismo? 

Eros ha cambiado, ya no es el mismo de hace años, ¡Menos mal! pero ha cambiado demasiado, hay algo dentro de él que en este momento parece que se ha vuelto árido, como si fuera estéril.

En este terreno ya no agarran malas hierbas, que muchas veces al principio se hacen pasar por buenas y hasta que no están muy enraizadas no te das cuenta de que nunca te van a dar una flor bonita y que al menor cambio se secan. Tampoco ningún arbusto cualquiera, de esos que sirven para decorar o hacer de barrera separando lo de dentro y lo de fuera, que consumen muchos recursos y aunque pueden ser vistosos son inseguros, débiles y se ropen fácilmente.

En este terreno, cuanto menos, va a crecer un arbol frutal, de esos con tronco fuerte y hojas verdes para proporcionarte seguridad y cobijo cuando lo necesite. Que florezca, que tenga flores bonitas y olorosas y que también sea capaz de desprenderse de todo y volver a su esencia para seguir creciendo y construyendo nuevas ramas junto a mi. Y por supuesto, que dé frutos, que sepa y pueda recompensar todo el amor y atenciones recibidas, que disfrute compartiendo y desprendiéndose de ellas porque podrá estar seguro de que va a recibir todo lo que necesita para volver a crearlas.

Tal vez estoy pensando en que este terreno no se ha vuelto árido y estéril, sino que después de mucho esfuerzo e ilusiones puestas en cada cosecha, se ha vuelto más selectivo con la semilla que se siembra. 

Y aunque añore volver a comer de esos dulces frutos, seguiré cuidando y abonando la tierra, esperando paciente la semilla adecuada, esa que sin ser perfecta, me haga sentir que no la cambiaría por nada. 



Comentarios

Publicar un comentario

Ahora te toca reflexionar a ti, ¿me lo cuentas?

Entradas populares de este blog

La disociación del ser y querer

Parece que el mundo de las relaciones cada día se polariza más: o buscas novio o buscas follar. Bueno, también se da los que buscan novio follando o los que follan y acaban emparejados, pero estaréis conmigo que las incongruencias la mayoría de las veces no salen bien. ¿Y qué pasa si estás harto de ambas cosas? Harto de los chats y las conversaciones por WhatsApp interminables, los interrogatorios que acaban bruscamente tras dar una respuesta que no conviene a tu entrevistador, envío de fotos "mostrando lo mejor de ti"...no sé. ¿Cómo podemos volver a ser humanos, seres sociales, que se comunican verbal, no verbal, afectiva y sexualmente? No hablo de volver a los tiempos de Romeo y Julieta, por supuesto que no, pero bajarnos de ese tren de superficialidad en el que nos han montado las apps y redes sociales. Hemos desterrado el modelo antiguo de seducción, de ir conquistando a tu pareja poco a poco (o en una noche) por el de pasar una "entrevista" online e ir directam

Lo que necesitas es amor (o "casito")

 Si, cómo oyes...más allá del recuerdo de ese famoso programa del año 99, esta frase está más vigente que nunca en nuestras vidas. Hace mucho tiempo que vengo intentando encontrar una explicación al fenómeno Instagram y a toda esa gente que se desvive por estar presente en nuestras vidas...cuanto más presente mejor, cuanto más feliz mejor y cuántas más cosas especiales (o no) pueda transmitir mejor. Todos en verano subimos fotos en la playa como si fuéramos los únicos que la estamos pisando, en invierno en la nieve, en primavera en un campo y en septiembre somos los más originales subiendo una historia  o publicación de Instagram con la frase "no quedan días de verano" y la canción de Amaral.  Me refiero a los instagramers anónimos (no a los que se buscan la vida con ello gracias a nosotros), personas normales que de un momento a otro saborean las mieles de la fama cuando descubren que tienen 500, 1000 o 3000 "seguidores".  ¿Cuando se cambió el concepto pasando de &

El abrazo

El abrazo como necesidad, el abrazo es algo más que un gesto o una interacción. Cuando dos cuerpos se abrazan se sincronizan sus energías, uno calma y repara al otro y viceversa. Un abrazo puede solucionarte el día, sobre todo si aparece esa persona para dártelo y demostrarte que aun pudiendo estar en cualquier otra parte o con otros millones de personas, en ese momento te elige a ti y te entrega todo lo que tiene.  A veces, el abrazo de un desconocido, se convierte en el abrazo de tu madre, en el abrazo de una persona que te quiere y te dice: "tranquilo, todo va a ir bien, todo pasa" . Todo depende de cómo se sincronice tu energía con la suya, tal vez sientes que el abrazo es para consolarte a ti, pero la otra persona siente exactamente lo mismo que tú. La vida engancha, y poder disfrutar de esos momentos, te anclan más en este mundo y ratifican que esas necesidades afectivas, de calor y de sentirte especial para alguien bien merecen la pena para ser selectivo a con quien te