Llevo unos días, pensando sobre
lo último que he escrito y como darle un toque de pragmatismo para la vida
diaria, para nuestras relaciones, para
mi vida y para la vuestra.
La verdad, lidiar con el apego,
es intentar escalar una montaña sin la preparación, el entrenamiento y las
herramientas suficientes como para hacerlo. Esto nos provoca en muchas
ocasiones, fracasos, frustraciones y sentimiento de incapacidad y por lo tanto
abandono de la tarea. Todo requiere un
profundo aprendizaje, y dentro de ese aprendizaje se incluye la incorporación
de nuevas perspectivas a este asunto, que cuanto menos se plantea complejo.
Creo que este artículo, y hasta
la fecha lo afirmo, nace de una necesidad imperiosa de plasmar muchas ideas,
sentimientos y reflexiones, sobretodo motivadas (y gracias a una excelente
persona de esas que aunque no la tengas cerca, irradia tanta energía que la
puedes sentir, que me lo recomendó) por la lectura de la obra de José Antonio Marina “Escuela de
parejas”, desde ahora os recomiendo este libro, y os anuncio que en este artículo
me basaré en muchas cosas que este autor comenta en su primer capítulo por las
reflexiones que me ha provocado.
Voy a plasmar el concepto de felicidad que propone, y que me parece no solo interesante
sino, para mí, revelador de muchas incógnitas existentes en relaciones de pareja
tormentosas, insatisfactorias y laberínticas, de esas de las que es difícil salir.
“La felicidad es la armoniosa satisfacción de las tres grandes
necesidades que tenemos los seres humanos: pasarlo bien (deseo hedónico),
mantener unas relaciones afectivas satisfactorias (deseo de vinculación) y
ampliar nuestras posibilidades vitales (deseo de progreso)”
Pasarlo bien, no es otra cosa que
satisfacer tus propias necesidades, se refiere a los placeres corporales, la
seguridad, la comodidad. Y es que, aunque en todos los casos somos conscientes
de la existencia de la otra persona, que es la que nos ayuda a satisfacer esas
necesidades, no estamos hablando de otra cosa que de egoísmo, porque
frecuentemente, vemos personas que son expertas en eso, lo que Simone Beauvoir
llamó “autismo del libertino”, incapacidad de olvidarse de uno mismo, y reconocer
la importancia del otro. Hay personas que pueden prescindir (o eso creen) de
todo aquello que altere su confort, su individualidad, su comodidad. Pero está
comprobado, que una “buena vida” no es sólo una vida “cómoda” y sin esfuerzo,
el ser humano necesita esforzarse por conseguir metas y por alcanzarlas, aunque
en momentos de cansancio añoremos tan reducido destino (la consecución de todo
sin esfuerzo, que en aspectos como el laboral o profesional, no se cuestiona el
esfuerzo y la implicación para conseguir metas, pero que en las relaciones de pareja, parece que
todo tiene que venir dado).
El segundo deseo se refiere al
amor, la amistad, el afán de pertenencia y reconocimiento, el deseo de cuidar y
de que nos cuiden, la necesidad de conexión emocional. Y el tercer deseo se refiere a ampliar nuestras
posibilidades de acción ( desarrollo personal, profesional…)
¿A qué se refiere el autor cuando
habla de que la felicidad es la “armoniosa” satisfacción?, a que esos tres deseos tienen zonas de incompatibilidad y es
necesario satisfacer en su justa medida, que viene predeterminada por nuestros
intereses, objetivos, metas, por ejemplo:
-“Para conseguir una profunda
vinculación afectiva es posible que tenga que prescindir de parte de mi
comodidad”
-"La ampliación de mis
posibilidades, profesionales,
personales, puede entrar en colisión con mi deseo de comodidad y con mi deseo
de vinculación"
Quiero dejaros con la reflexión
de que la felicidad no es “tenerlo todo”, porque siempre habrá que renunciar a
algo, sino el tener la adecuada mezcla de todo, y el talento e inteligencia
emocional radica en saber alcanzar esa armonía.
Nos podemos volver extraordinariamente
egoístas, por querer encontrarla, ¿ y a que me refiero con esto?, a
satisfacer nuestras necesidades hasta nuestro límite, sin pensar en el límite
de la otra persona, y aquí vienen más dificultades…
-Podemos encontrar parejas en la
que uno de los miembros diga “Para mí la relación es perfecta, es muy cómoda” y
el otro “pues para mí es insuficiente”, ya que pide más implicación de la otra
parte en la misma.
Y estos desajustes pueden ser tan
insignificantes como dormir dos o tres noches juntos, o tener relaciones sexuales más o menos veces a la semana o de mayor
importancia como planificar las vacaciones por separado, no irse a vivir juntos o abrir más espacios comunes, uno por mantener su
individualidad y desarrollo de los otros dos deseos (valorados en mayor grado)
y porque su “dosis necesaria de ese deseo para su armonía” está completo, y el
otro…el otro por acatamiento.
Con esto no quiero culpabilizar,
ni juzgar a unas ni a otras personas, pero sí que es importante que las “dosis”
necesarias de cada uno de los deseos estén más o menos equilibradas en ambas
partes de la pareja, y si nuestra pareja no llega o se pasa de esa dosis que
necesitamos, debemos de actuar en consecuencia. Si te pide más de lo que tú
necesitas, es evidente que tú no puedes dárselo (al menos ahora) y que por lo tanto deberás de
perder lo que tienes para poder encontrar una persona que se ajuste más a lo
que necesitas.
En cambio sí es a tí al que no te dan lo que necesitas, más
obvio aún, aunque pierdas (porque tú también pierdes lo poco o mucho que tienes), pero si
quieres estar en armonía, necesitas encontrar a alguien con quien conseguirla,
ya que el mantener esa situación te condena a la frustración, angustia y
sensación de incapacidad de conseguir de una persona lo que no es capaz de
darte, ya sea por su momento vital en el que se encuentra o porque directamente no está dentro de sus
prioridades, en esos tres deseos que hemos visto.
Ya iremos dando más luz a todo lo
que hemos visto hoy, y poco a poco ir construyendo ese puzzle que son nuestras
relaciones de pareja, vinculaciones y nuestra forma de amar.
Como no podía ser de otra manera,
hoy os dejo el libro del que os he hablado hoy:
Escuela de Parejas, José Antonio
Marina
Después de leer esta última publicación debo de reconocer que cada vez me va gustando más tu blog, hemos crecido en la época del conocimiento dónde desde pequeños nos enseñan términos teóricos, aportaciones como la tuya resaltan la importancia del tratamiento de los sentimiento para conseguir el éxito personal; para conseguir el equilibrio en nuestras relaciones en parejas, pues la realidad depende de cómo la miremos pero podemos trabajar nuestra mirada y de este modo alterar las apariencias.
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