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¿Boicoteas tus relaciones de pareja? Tal vez tu estilo de apego tiene algo que ver


Ares, es recordado como “ansia eternamente insatisfecha” y por lo mal parado, herido y humillado que solía terminar en las trifulcas en las que se metía. ¿A que nos suena esto?
A mí me recuerda a todos esos pensamientos que muchas personas sentimos a lo largo de nuestra vida, sobre todo condicionados por el Apego.

Cuando empecé a conocer qué era el Apego y cómo nos influía en nuestras relaciones adultas, rápidamente me encasillé, tal y como suelen hacer alumnos/as de psicología o medicina al conocer distintas patologías o trastornos, que piensan que los tienen todos,  pues esto es igual, simplemente que apenas se estudia ni se conoce sobre ello.

El apego se empieza a construir cuando somos niños/as y es la forma afectiva y emocional en la que nos vinculamos con nuestros progenitores, y como todo, está influido por muchos factores, tantos, que difícilmente sepamos a ciencia cierta,¿ cómo condicionar a que un niño o una niña desarrolle un estilo de apego u otro? no lo sé, pero lo que sí es cierto, que en la vida adulta nos condiciona y mucho.

De esto Ares, sabe muchísimo, sobre todo del apego “ansioso-ambivalente” ,  según el grado en el que se muestre puede dificultar muy mucho nuestras relaciones amorosas, convirtiéndolas en verdaderas “guerras” contra un enemigo que no es otra persona que nosotros/as mismos/as.
Sobre las personas ansiosas –ambivalentes, destacaría el mito de la “media naranja”, somos seres incompletos, que necesitamos de la otra mitad para ser felices, sentirnos plenos, autorrealizarnos. 

Pero, ¿Qué pasa si no encontramos a esa media naranja? O lo que es peor ¿Qué pasa si la encontramos y la perdemos?
 El sentimiento de abandono es vivido con mucha angustia, inseguridad; llegan a tener tanto miedo a quedarse solas, que prefieren agarrarse a un “clavo ardiendo”. Sienten terror a los conflictos porque les hace sentir que todo se tambalea, su mundo se desmorona poco a poco y que su pareja no les quiere por ese error que han cometido, aunque sea algo insignificante. Pero si algo caracteriza a las personas que se vinculan con este estilo de apego es lo llamamos a esa temida “profecía autocumplida”.

No es raro encontrar respuestas de estas personas del tipo: “ahora estamos muy bien, pero ya veremos”, “al final me dejará como hacen todos/as”, “si yo sé que no me quiere, si no, ya lo veras”, convirtiendo la relación en una investigación a fondo para poder “saciar” sus ansias de encontrar pruebas que le confirmen sus mayores temores,"ya no me quiere" "seguro que se ha fijado en otro/a" "antes me llamaba cada media hora y ahora no" "ha salido de fiesta, seguro que conoce a alguien y me deja", y cuando sucede: "ves, lo sabía" "si es que ya lo veía venir"

Como podréis imaginar, mantener una relación de este tipo se puede convertir en un auténtico infierno, no sólo para la persona con este estilo de apego, sino para la persona que lo sufre, que siente que haga lo que haga nunca satisfará las necesidades de su pareja.

En estas relaciones Ares está tan dentro de Eros que es difícil discernirlos y vivir una relación amorosa desde la plenitud y el disfrute, porque se está en un constante estado de alerta, y el sistema simpático está muy bien que se active si estamos en mitad del amazonas y nos persigue un “depredador”, pero para las relaciones amorosas, mejor nos olvidamos de los “depredadores” internos, o al final los depredados seremos nosotros mismos.

De esto sabemos mucho los que estudiamos la sexología, en futuros post, hablaremos de los “depredadores internos” y cuanto de daño nos hacen.

Por hoy acabo, no sin decir antes (sobre todo para las personas que os hayáis identificado con este estilo de apego) que como casi todo en esta vida es modificable, siempre y cuando, tomemos conciencia  de cómo nos vinculamos y cuáles son esos “depredadores” que nos rondan en la cabeza, para liberarlos antes de que sea demasiado tarde.

Hoy os dejo con Pablo Neruda:

Podría escribir los versos más tristes esta noche.
[..]
De otro, será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos
[..]
Porque en noches como ésta la tuve en mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.



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